El Cerro de Santa Bárbara en uno de los yacimientos arqueológicos más completos e importantes de Navarra. Es el origen del poblamiento en la ciudad de Tudela, habiéndose hallado restos desde el S. IX a C. Con mayor o menor importancia continuó existiendo su población hasta la llegada de los árabes en el S. VIII, donde se edificó un estratégico castillo o alcazaba. Tras la reconquista cristiana en 1119, se irá sustituyendo la alcazaba por un nuevo castillo, con un cerco de murallas propio tras las que se instalará la nueva judería a partir de 1170. Tras la expulsión y conversión de los judíos, más la conquista de Navarra por Castilla en el S. XVI, judería y castillo comenzarán un proceso de desmantelamiento para aprovechar sus materiales de construcción, de tal manera que hoy apenas son perceptibles sus restos. Algunas excavaciones arqueológicas han puesto al descubierto algunos tramos del perímetro exterior y algunos muros de viviendas de la judería. En su cima solo quedará parte de la torre principal, convertida en Ermita de Santa Bárbara. El edificio que se conserva actualmente, y sobre el que está el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, es el centro de un fortín militar del S. XIX, que todavía guarda en su interior el aljibe para el agua que estuvo bajo la torre del homenaje.
El Castillo de Tudela estaría formado por un núcleo fuerte en la parte más alta, con una torre central, exenta, alrededor de la cual existiría un patio de armas, constituyendo una plataforma levantada por potentes muros de aterrazamiento, con cuatro torres en sus ángulos, y en cuyo perímetro se situarían las dependencias palaciegas, la guarnición y los almacenes. A gran distancia de este núcleo, se trazó un nuevo amurallamiento, jalonado por torres de paredes inclinadas y foso defensivo formado por taludes de tierra con una anchura de siete metros. Entre este amurallamiento exterior y el núcleo del castillo se va a situar el nuevo barrio de la judería. Estas murallas parecen haberse construido con mucha rapidez, esto parece indicarlo el hecho de que estén formadas por un encofrado de piedra pequeña cogida con argamasa, razón por la cual no han sido tan destruidas como aquellas realizadas con grandes sillares. Solo en la parte más baja se colocaron sillares bien escuadrados. Estas potentes murallas, que entre muro del foso y zona alzada pudieron llegar a medir en algunos puntos hasta 15 mts de altura, hicieron de grandes muros de aterrazamiento, lo que permitió suavizar la orografía interior del barrio judío.
El recinto amurallado del Castillo de Tudela tuvo una gran amplitud porque se edificó para poder albergar tras sus muros a la población judía, temerosa de que la población cristiana tuviera represalias contra ella al finalizar el dominio musulmán. Sancho VI, el Sabio, comenzará la construcción de estas murallas, concediendo a los judíos privilegios y un nuevo lugar para habitar. De las fortificaciones descubiertas, destaca esta torre que apareció en el año 1997. Se trata de una bestorre, una torre que no está cerrada por el lado interior, lo que imposibilita que el enemigo se pueda hacer fuerte en ella en caso de ser tomada. En su estructura se ven varias fases de obra. La más antigua correspondería a la torre original del siglo XII, con un paramento en talud de sillares pequeños. En el siglo XIV se realizaría una nueva torre, cimentándola sobre los restos de la anterior, que ya será de paramento vertical. Entre las dos fases se observa otra construcción, con sillares de mejor calidad, también en talud, que uniría las partes bajas de las torres, formando una estrecha barbacana en la parte superior. Este nuevo muro también protegería la base de las murallas de las escorrentías de agua del foso, en un monte cuyas arcillas han sido siempre un problema para las edificaciones.
Tudela tuvo dos juderías durante la Edad Media. La Judería Vieja se localiza en la parte baja de la ciudad, en el lado Este, junto a la muralla que limita con el río Ebro, durante la época de dominio musulmán. La Judería Nueva comienza a partir de 1170 cuando el rey Sancho VI el Sabio confirma los fueros a los judíos y les concede un nuevo lugar para vivir ante el temor de ataques por la población cristiana. Este nuevo lugar se ubica al amparo del castillo y protegido por un amplio cerco amurallado. Tras la expulsión de los judíos del Reino de Navarra en 1498, la judería se abandona. En el año 2004 se localizó parte de una vivienda de esta judería en la que destaca una bodega con bóveda de piedra. Su relleno era basura que estaba siendo arrojada a una zona de viviendas en ruinas. La gran calidad de las cerámicas halladas indica que éstas debían de provenir del núcleo palaciego del castillo, al que todavía le quedaban unas pocas décadas de vida. La excavación de esta bodega también dejó al descubierto un depósito de agua de altos y estrechos escalones. El urbanismo en esta zona de pendiente tan pronunciada estuvo formado por terrazas escalonadas que descendían hasta llegar a la muralla que rodeaba la ciudad; todo este urbanismo se ha perdido por efecto de la erosión al haberse desmantelado los muros de contención, las viviendas y las propias murallas, tras la conquista de Navarra por las tropas de Castilla en 1522. Castillo y judería servirán de cantera para la ciudad de Tudela en los siglos posteriores.